Cartas a Marilyn

26 octubre 2006

Única entre millones


Querida Marilyn:

Cuando leas esto, seguramente estaré de camino. Cuando te des cuenta, llegaré a tu lado y te daré mi fuerza; me volveré a ir pero dejaré algo en ti, quizás parte de mi o parte de mi corazón.

Cuando pienses en mi mientras leas esto, te gustaría verme y abrazarme. Cuando me veas y me abraces, me dejarás a mi una huella muy profunda. Y esa huella querrá limpiar tus heridas y sofocar tus lágrimas, estar junto a ti para los malos momentos; y en esos momentos, nuestros pasos se unirán y seremos una sola persona.

Creerás que yo soy tu salvador, y yo veré en ti a la heroína caída. Ni yo te salvaré ni tu estarás caída, solamente nos apoyaremos mutuamente en las profundidades de nuestros seres y alejados de aquello que te hace daño y me asusta.

Y te secaré las lágrimas, hijas de un profundo dolor y de una tristeza que surge de un pozo sin fondo. Bucearemos juntos en él para sacar las angustias y secarlo, para mirarnos a los ojos y ver nuestros espíritus limpios de mal.

Porque un espíritu te ilumina, te mima y abraza cuando lo pasas mal. No lo conoces, no lo ves ni lo sientes. Solamente está junto a ti, te levanta cuando te caes y te regaña cuando haces algo mal; no son muchas las veces, pero son unas pequeñas piedras que te ayudan a seguir.

Sigue tu camino, estrella. Olvidate de aquello que te hace daño e ilumina a los demás y sé tan maravillosa como siempre has sido, destacada entre las demás. Eres única entre millones de pequeños puntos que veo.

Eres única porque te acabo encontrando, y te acabo encontrando porque no te escondes y dejas que me acerque con mi escalera a observarte maravillado.

01 octubre 2006

El abrazo

Querida Marilyn:

Dicen que estás triste y que tu luz se apaga, que un demonio-angel te ha hecho daño. No conozco ni a los demonios ni a los ángeles, ni me gustaría; sólo sé que has sufrido por su culpa y eso me hace desconfiar de ellos. ¿Por qué tú, que intuías el peligro, no te supiste alejar? No te regaño, y más aún, te apoyo.

No es fácil irnos de aquello que queremos; no es fácil ver el mal en aquello que se tiñe del color del amor o del cariño. No es fácil dejar de querer, olvidar; no es fácil, y por ello esta misiva no servirá para regañarte, para subrayar tus posibles errores, para hacerte sufrir un poco más.

Es una carta acompañada de unas escaleras para alcanzarte, para llegar a tu lado y darte todo mi apoyo; el mismo que he resguardado durante mucho tiempo en un lejano abismo, lejos de ti, avergonzado de ser una simple roca y fijarme en un brillante estrella.

Y te abrazaría con todas mis fuerzas, como si fuera lo último que pudiera hacer en el mundo, te protegería de todo el mal y no dejaría que nada ni nadie te hiciese daño. Me siento inútil por la distancia, inútil por unas simples escaleras y un breve momento; porque no me acostumbro a verte apagada, escondida y muy triste.

Me entristece ver que has perdido luz, que tus lagrimas me golpean y que me pides ayuda en silencio.

Y por eso me ayudaré de unas escaleras para llegar hasta ti y darte ese abrazo tan largo